Vivimos inmersos en un mundo post-moderno, plural, diverso, dominados por los medios masivos de comunicación; las imágenes circulan por el universo a través de vías informáticas. Hay un predominio de la cultura hegemónica que domina los medios.
El mundo infantil, no escapa a este movimiento, y se ve invadido por programas de TV generalmente extranjeros, con abundancia de agresiones, violencia y de juegos electrónicos, donde se repiten escenas nocivas que terminan por conducirlo hacia la cultura de lo efímero.
La escuela tiene el deber de poner en marcha un proceso que le permita al niño apropiarse de la cultura en la que ha nacido. Rondas, juegos, trabalenguas, adivinanzas, rimas, la integran a su mundo mágico.
Trabajar los juegos tradicionales infantiles en la escuela es acercarnos a los intereses del niño, formándolo dentro de nuestros valores nacionales, manteniendo vivos esos lazos.
Los juegos implican mucho más que un pasatiempo; los niños comparten, interactúan negocian, acuerdan, ejercitan agilidades mentales y destrezas físicas, por eso la importancia de ellos.
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